Helado o bebida fría en mano y gafas de sol en la cara, mantienes una conversación con tu acompañante. Dando vueltas por el casco histórico algo llama tu atención. Es un violinista, guitarrista, cantaor... Te paras a escuchar un rato y le echas una moneda o pasas de largo pero escuchas su música. ¿Te suena?  Es un pequeño momento del día, diferente, que aunque parezca que no, tiene mucha relevancia para muchas personas. La música es vida.

Hace tres semanas denunciaron al guitarrista flamenco Rafael de Dios por tocar en la calle. Rafael ameniza el entorno de la Plaza de Anaya y las Catedrales con su guitarra, tocando flamenco clásico desde hace unos años. La razón de bajar con su guitarra a la calle es poder mantenerse y vivir dignamente. Administrador, reconvertido a músico ensaya a diario en casa para poder realizar una buena faena ante su público.

Hablamos con él y nos cuenta su situación. Sus perspectivas de encontrar un empleo, con 51 años, son prácticamente nulas. Desde hace 5 años, que se quedó sin trabajo, toca en la calle para poder subsistir. Retomó la afición de la guitarra que había dejado con 20 años. En sus palabras “Si me quedo en casa me muero”. Es una frase tan rotunda como cierta. Han sido hasta tres ocasiones las que Rafael ha acudido al ayuntamiento para pedir un permiso con el que poder tocar en la calle. Siempre ha tenido una respuesta negativa ya que no existe una normativa para ello.

Rafael ha organizado una recogida de firmas en change.org para la regularización de los músicos que tocan en la calle. Si estás de acuerdo con su causa puedes firmar online en el siguiente enlace: https://chn.ge/1lC2yzC